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martes, 29 de abril de 2008

Soltar al muerto

Martin Losteau ya no es el ministro de economia. ¿Carlos Fernandez es el nuevo? "La estrategia debe sufrir retoques", sentenciaron desde la cúpula del kirchnerismo. Cuando divisaron en el horizonte social la posibilidad de acoso al mandato K, la decisión fue tomada. Siempre la misma reunión: Parrili, Zannini (quienes aportarían la escencia para que todo surga), Cristina, Nestor, Fernandez Alberto y por qué no Moreno, De Vido o el padre Kunkel. Esa mesa reducida es la que está decidiendo hoy en día nuestro futuro como nación.
TN mostraba en su programación un cronómetro con los días, horas y minutos que faltaban para el fin de la tregua Gobierno vs. Campo, algo así como el reloj de una bomba que indefectiblemente explotaría. El conflicto se escapaba de las manos.

En momentos de tiniebla (o de deltahumo), cuando el paisaje se borronea y también la hegemonía kirchnerista, hay que soltar al muerto para que con el, fluyan también los errores, las desiciones presidenciales equivocadas... Andate Losteau.

jueves, 24 de abril de 2008

¿Qué es lo que quieres recordar?

El programa Hora Clave del 28 de agosto de 1997, conducido por el periodista Mariano Grondona, dedicado al debate entre el diputado socialista Alfredo Bravo y el ex comisario general de la Policía Bonaerense, Miguel Echecolatz, fue un espectáculo aberrante y a la vez esclarecedor. Recordémoslo.
El concepto de aberrante se desprende al analizar el porqué de llevar a un canal de TV a una persona que, inmersa en una mafiosa y organizada coorporación (la triple A), privó de la libertad a nuemerosos argentinos, a los que después les aplicó indescriptibles torturas físicas y psicológicas en centros de detención clandestina. Según la justicia de este-país, uno de los afectados fue Bravo, quien aceptó en aquel programa sentarse en la misma mesa que su verdugo a exponer testimonios y argumentos de lo ocurrido en el trienio mas nefasto de nuestra historia (1976-1979). Darle micrófono a represores es algo que siempre se le reprochará a Mariano Grondona, aquel conductor del episodio que dejó en claro, ante la mirada de gran parte de la Argentina, la clase de ser humano que representa Echecolatz: la rama de la hipocresía fanática.
Pero a la hora de revisar ese programa, no es bueno para la memoria de los que viven en este-país dejar pasar de largo que los jerarcas militares no fueron los únicos extremistas de los años 70. Negar que del otro lado estaban los Montoneros y el ERP, aquellos fascistas de izquierda que mediante violencia y atentados puntuales intentaron imponer sus ideas, y que sucumbieron ante el poderío del aparato del Estado -utilizado en ese entonces por Videla y compañia-, es querer recordar solo una parte de la Verdad. Las dos facciones se involucraron en una espiral de violencia que fue aumentando desde ambos bandos: miles de desaparecidos por un lado, atentados terroristas estratégicamente planeados por el otro, que desembocaron en una lucha aberrante por ver quien tenía la razón.
Las lamentables declaraciones del genocida Echecolatz fueron dignas de alguien que aún se encontraba convencido de lo que había hecho. Muchas de las palabras que pronuncia nuestro actual presidente bicéfalo (cristinestor), integrante de la Juventud Peronista y cercano al grupo Montoneros en los 70, también deberían ser analizadas. No es bueno para una Nación recordar solo la parte que conviene. Tal vez eso haya querido aclarar Grondona en su programa.