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viernes, 2 de noviembre de 2007

Ese bravo turno nocturno..

Ubicada en el centro geográfico de San Antonio de Areco, la Estación de Servicio es el único comercio del pueblo que mantiene sus puertas abiertas las 24 horas. Durante cada turno nocturno, los dos empleados designados para la ocasión deben cuidar de las instalaciones además de atender a los trasnochadores clientes que llegan a la esquina de Arellano y General Paz en busca de combustible o de alguna golosina del mini-kiosco.
Junto a uno de los surtidores, Marcelo Rodríguez, empleado de la empresa petrolera, interrumpe su tarea de limpieza para indicarles el camino a unos turistas hacia el boliche bailable mas cercano. Son las tres de la madrugada de domingo. Decenas de jóvenes noctámbulos se pasean en vehículos atestados de gente que, al compás de alguna canción a todo volumen, gritan palabras inentendibles mientras sostienen sus vasos de cerveza. En el interior del local y con la llamativa campera verde y amarilla -colores identificatorios de la marca de combustible-, Enrique Vlademir registra en un cuaderno la última venta realizada.


“El turno noche de los sábados es el peor de todos, a veces se vuelve un descontrol”, comenta luego Marcelo, el uniformado con mayor antigüedad en el puesto. “Hasta las dos de la mañana -relata Quique- el ritmo es bastante tranquilo. Atendemos a mucha gente que llena el tanque y arranca para salir a bailar en otra ciudad. El tema es después de las tres, cuando empiezan a llegar los primeros borrachos en busca de cigarrillos o golosinas. A veces se alteran y hasta nos llegan a insultar porque no les entendemos, pero no es bueno reaccionar; si uno no quiere perder el trabajo tiene que ser paciente y agachar la cabeza”.

En ese momento, un Peugot 206 estaciona para cargar nafta y de su interior bajan cinco adolescentes. Uno de ellos es llevado en brazos por sus amigos hasta el baño, desde donde ahora se escuchan gritos y sonidos extraños. “Ves, ese pibe esta totalmente mamado, y lo peor es que está vomitando todo. No tienen respeto. Cuando se vayan, mientras ellos estén en un pub yo voy a tener que limpiar ese terrible enchastre”, se lamenta enfadado Rodríguez. “¡Salgan de ahí o llamo a la policía!”, grita, y al instante los menores se suben al auto y desaparecen de la escena.

“Los días de semana la situación es totalmente distinta. Un lunes o un martes a las cuatro de la mañana no anda ni el loro en Areco, y si no estás bien descansado corres el riesgo de quedarte dormido”, reconoce Enrique. A su izquierda, Marcelo acota: “si te dormís perdiste. Una que si te ven los dueños te echan; y la otra es el peligro al robo. A un compañero lo asaltaron el mes pasado, con pistola y todo, y según me contó, no pudo adelantarse a llamar a la policía porque cuando despertó el ladrón ya lo estaba apuntando. Es bravo el horario de noche; cuando te toca rogás que no suceda nada malo”. Una noche en Areko.

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